Omid Djalili explica su participación en el festival de comedia de Riad

Omid Djalili aclara las razones de su participación en el festival de comedia de Riad, defendiendo el intercambio cultural y el potencial transformador del humor.
Omid Djalili Riad — foto ilustrativa Omid Djalili Riad — foto ilustrativa

Tras 15 años rechazando ofertas para actuar en Arabia Saudita por su historial de derechos humanos, el comediante Omid Djalili decidió participar en el reciente festival de comedia de Riad. Djalili argumenta que su decisión responde a una apuesta por el cambio que se percibe en el país y critica la postura de quienes prefieren que los artistas occidentales se mantengan al margen, incluso cuando la libertad de expresión está amenazada.

El cómico recordó haber sido objeto de la «cultura de la cancelación» tras el 11-S por su origen de Oriente Medio, a pesar de no tener vínculos con el terrorismo. Subraya que las restricciones para actuar en Arabia Saudita son similares a las de Dubái: no se permite bromear sobre la familia real, faltar al respeto al Islam o humillar al gobierno. Djalili afirmó que su espectáculo en Riad incluía material sobre los propios saudíes, y desestimó la idea de que comediantes de éxito, como Dave Chappelle, participasen por motivos económicos, señalando que la percepción de que se les paga por el silencio es errónea.

Esta percepción, según Djalili, podría originarse en comentarios de un podcaster estadounidense que mencionó una cifra económica considerable, lo que, según él, provocó su no invitación al festival. Se menciona que el medio Chortle informó erróneamente sobre las tarifas, que fueron considerablemente menores para la mayoría de los artistas.

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Djalili hace una analogía con Irán, comparando la brecha entre el régimen y el pueblo con la situación actual en Arabia Saudita. Expresó que si existieran signos de cambio en Irán y se celebrase un festival similar en Teherán, él asistiría, pero considera que esperar un cambio del régimen iraní es una utopía.

El comediante reflexiona sobre cómo las actuaciones internacionales, especialmente la comedia, amplían sutilmente lo que es pensable y decible en una sociedad. Cada risa sobre un tema tabú, por pequeña que sea, representa un movimiento sísmico en Oriente Medio. Puso de ejemplo Dubái, que ha evolucionado significativamente desde su primera actuación en 2008.

Al actuar en Oriente Medio, los artistas no solo interactúan con el régimen, sino también con gente real, incluidos jóvenes reformistas desilusionados que buscan abrazar nuevas ideas sin renunciar a su cultura. Djalili, como comediante de origen de Oriente Medio, considera que un boicot generalizado resulta condescendiente con los saudíes comunes, muchos de los cuales anhelan la exposición a culturas diversas.

Citando un dicho de Oriente Medio, «no se trata de lo que oyes, sino de estar aquí», Djalili critica la postura de quienes critican desde la distancia a través de las redes sociales, sugiriendo que su capacidad para influir en un cambio positivo es limitada. Destacó el progreso en el trato a las mujeres en Arabia Saudita, señalando que las mujeres no podían conducir hasta 2018 y que él ahora hace bromas sobre ello en sus espectáculos.

Concluye que visitar Arabia Saudita no implica respaldar un régimen, ni actuar significa «venderse». Se trata de compartir risas y fomentar el intercambio cultural como fuerza de transformación social, y subestima el poder transformador de la comedia bajo su propio riesgo. Djalili afirmó que las actuaciones fueron exitosas, con llenos totales y audiencias jóvenes, muchas de las cuales asistían por primera vez a un espectáculo de comedia en Vivo.

Finalmente, Djalili compartió una anécdota sobre el comediante norirlandés Jimeoin, cuyas bromas sobre las venas varicosas provocaron una animada discusión entre saudíes sobre posibles remedios, lo que él considera un paso hacia las relaciones entre Oriente y Occidente. Djalili lamenta la «ignorancia preocupante» de quienes instruyen a otros sobre qué hacer o no hacer en la región, insistiendo en que «no todas las partes de la región son iguales».

Fonte: The Guardian

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